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Al leer a Mario Murgia, uno se puede dar cuenta de que la excelencia —y continuidad— de la tradición poética hispánica, mexicana lo mismo que peninsular, se mantiene hasta el presente. Gracias a su formación universitaria en literatura inglesa, Murgia también es capaz de internarse en la tradición poética anglófona, con John Milton —de quien es insigne traductor— como una de sus figuras señeras y una de sus referencias líricas personales.

 

Y si la misión de Milton en El Paraíso perdido fue componer una teodicea en verso o, como diría el mismo poeta inglés: “los caminos de Dios [mostrar] a los hombres”, Murgia jamás invoca a Dios, sino que, más bien, en los poemas —eróticos y blasfemos, lo mismo que desafiantes y elegantes— de Sabor mortal, eleva al acto creativo del poeta a las alturas de la Creación y al poeta y su experiencia, a rango divino.

 

Sabor mortal es, sin duda, un necesario volumen de poesía que, en pleno siglo XXI, recoge y renueva los odres de una tradición añeja que, cansada de vanguardias, minimalismos y deconstrucciones, tiene aún no sólo mucho que decir, sino pasiones que atizar e ídolos que demoler.

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